Las piedras en los riñones, también conocidas como cálculos renales o litiasis renal, son una de las afecciones urológicas más comunes y, al mismo tiempo, una de las más dolorosas. Se trata de formaciones sólidas compuestas por minerales y sales que se agrupan en el interior del riñón o en las vías urinarias. Aunque muchas veces pasan desapercibidas, cuando se movilizan o crecen demasiado pueden provocar síntomas intensos que alteran la calidad de vida de quien los padece.
Este artículo te ofrece una visión completa del tema: qué son, por qué se forman, cómo se detectan y cuáles son las principales estrategias para tratarlas y prevenirlas. Además, te servirá de punto de partida para explorar temas más específicos como tratamientos sin cirugía, casos clínicos particulares, condiciones asociadas como la diabetes o hipertensión, y el impacto de la dieta y la suplementación deportiva en su desarrollo.
¿Por qué se forman las piedras en los riñones?
La formación de cálculos renales es el resultado de un desequilibrio entre las sustancias que promueven la cristalización de minerales y aquellas que normalmente las inhiben. Cuando los riñones producen una orina demasiado concentrada, o hay un exceso de elementos como calcio, oxalato, ácido úrico o cistina, se favorece la cristalización. Estas pequeñas partículas se agrupan y, con el tiempo, pueden formar estructuras sólidas que van desde pocos milímetros hasta varios centímetros.
Este proceso puede estar influido por muchos factores, tanto internos como externos. Entre ellos, la deshidratación es una de las principales causas, ya que una baja ingesta de líquidos disminuye el volumen urinario y concentra los minerales. También influyen la dieta rica en sal o proteínas animales, trastornos metabólicos como la hiperparatiroidismo, factores genéticos, infecciones urinarias recurrentes, o el uso excesivo de suplementos sin control médico, especialmente calcio o vitamina D.
Síntomas que podrían alertarte
No todos los cálculos renales generan síntomas de inmediato. Algunas piedras pueden formarse y permanecer en los riñones sin causar molestias, siendo detectadas solo en estudios de imagen realizados por otros motivos. Sin embargo, cuando comienzan a desplazarse por el tracto urinario o bloquean el paso de la orina, es cuando se manifiestan con mayor claridad.
El síntoma más característico es el cólico renal: un dolor súbito, intenso y fluctuante que generalmente se localiza en la parte baja de la espalda o el costado, y puede irradiarse hacia el abdomen, la ingle o los genitales. Este dolor suele acompañarse de náuseas, vómitos, sudoración y, en algunos casos, fiebre si hay infección asociada. También pueden aparecer alteraciones en la orina, como color rojizo (hematuria), turbidez o mal olor, así como una necesidad urgente o frecuente de orinar, ardor al miccionar o sensación de vaciamiento incompleto.
Estos síntomas no deben tomarse a la ligera. La intensidad del dolor no siempre está relacionada con el tamaño del cálculo: una piedra pequeña puede causar un gran malestar si queda atorada en una zona sensible del uréter. Por eso, ante cualquier sospecha, es fundamental acudir a un especialista para una evaluación adecuada.
¿Cómo se diagnostica la litiasis renal?
El diagnóstico de los cálculos renales se basa en una combinación de síntomas clínicos, análisis de laboratorio e imágenes diagnósticas. Una consulta médica orientada correctamente permite identificar signos sugestivos, pero siempre será necesario confirmar con estudios complementarios. El análisis de orina puede mostrar la presencia de sangre, cristales o signos de infección, mientras que el análisis de sangre puede revelar alteraciones en los niveles de calcio, ácido úrico o función renal.
Las pruebas de imagen son esenciales para localizar y medir el cálculo. La ecografía renal es útil como método inicial, especialmente en embarazadas o pacientes que deben evitar la exposición a radiación. Sin embargo, el estudio más preciso es la tomografía computarizada (TC) sin contraste, que permite detectar incluso piedras muy pequeñas y definir su composición probable. En algunos casos, también se puede realizar una radiografía simple de abdomen si se sospechan cálculos radiopacos.
Un diagnóstico completo no solo ayuda a tratar el episodio actual, sino que permite establecer estrategias para prevenir recurrencias. Saber de qué está compuesto el cálculo y qué factores lo originaron es clave para diseñar un plan de seguimiento y evitar futuros episodios.

Tratamientos disponibles: del manejo conservador a la cirugía
El tratamiento dependerá del tamaño, la ubicación y la composición del cálculo, así como de los síntomas que provoque y del estado general del paciente. En muchos casos, especialmente cuando se trata de cálculos pequeños (menores de 1 cm), la piedra puede eliminarse de forma espontánea con el apoyo de un tratamiento conservador. Este consiste en una buena hidratación, analgésicos para controlar el dolor y, en algunos casos, medicamentos que relajan el uréter y facilitan la expulsión.
Cuando la piedra es demasiado grande, está ubicada en una zona de difícil acceso o provoca complicaciones como infecciones, hematuria persistente o daño renal, se debe recurrir a intervenciones médicas más específicas. Entre las opciones disponibles se encuentran:
- Litotricia extracorpórea por ondas de choque (LEOC): método no invasivo que fragmenta el cálculo desde fuera del cuerpo mediante ondas de choque dirigidas.
- Ureteroscopia con láser: procedimiento endoscópico que permite visualizar y destruir o extraer el cálculo alojado en el uréter o vejiga.
- Nefrolitotomía percutánea: técnica quirúrgica indicada para cálculos grandes o complejos, en la que se accede directamente al riñón a través de una pequeña incisión en la piel.
Cada tratamiento tiene sus indicaciones, beneficios y riesgos. La elección depende de múltiples factores y siempre debe realizarse bajo la orientación de un especialista en nefrología o urología.
¿Es posible prevenir la formación de Piedras en los riñones?
La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, las piedras en los riñones se pueden prevenir con medidas sencillas pero sostenidas en el tiempo. La prevención es especialmente importante en personas que ya han tenido uno o más episodios, ya que existe un alto riesgo de recurrencia si no se corrigen los factores predisponentes.
Uno de los pilares fundamentales es una adecuada hidratación. Beber suficiente agua durante el día ayuda a diluir las sustancias que pueden formar cálculos y favorece una eliminación más eficaz de los residuos metabólicos. Además, es importante ajustar la alimentación: moderar el consumo de sal, carnes rojas, azúcares y oxalatos (presentes en alimentos como espinaca, remolacha o cacao), así como asegurar un aporte equilibrado de calcio y controlar los niveles de vitamina D bajo supervisión médica.
La prevención también implica identificar el tipo de cálculo para personalizar las recomendaciones. Por ejemplo, en cálculos de ácido úrico puede ser útil alcalinizar la orina con medicamentos, mientras que en los de oxalato cálcico se recomienda reducir ciertos alimentos específicos. Un estilo de vida saludable, exámenes médicos regulares y orientación profesional son las mejores herramientas para mantener los riñones libres de piedras.
Conclusión
Las piedras en los riñones causan dolor físico y despiertan muchas dudas, temores y decisiones médicas importantes. Comprender qué las provoca, cómo se manifiestan y cuáles son las opciones reales de tratamiento permite asumir un rol activo en el cuidado de la salud renal. La clave está en actuar a tiempo: escuchar al cuerpo, no subestimar los síntomas y buscar orientación médica confiable antes de que la situación se complique.
Si este tema despertó tu interés o tienes alguna preocupación relacionada, te invito a explorar los demás artículos de esta serie, donde abordamos desde opciones prácticas para expulsar piedras pequeñas hasta situaciones clínicas más complejas y cómo la dieta y los suplementos pueden influir en su formación. Cada uno está diseñado para brindarte claridad, respaldo médico y un camino más informado hacia tu bienestar.
Preguntas frecuentes
¿Las piedras en los riñones pueden desaparecer solas?
Sí, pero no siempre. Los cálculos pequeños (habitualmente menores de 1 cm) pueden eliminarse espontáneamente con buena hidratación y tratamiento médico. Sin embargo, si la piedra es más grande o provoca síntomas intensos, se requiere intervención.
¿Qué alimentos debo evitar si ya tuve un cálculo renal?
Depende del tipo de cálculo. En general, es recomendable reducir el sodio, las carnes rojas, los alimentos ricos en oxalato (espinaca, chocolate, frutos secos) y bebidas azucaradas. Siempre es mejor consultar a un especialista para personalizar la dieta.
¿Puedo tener cálculos sin darme cuenta?
Sí. Algunos cálculos permanecen silenciosos hasta que se movilizan o crecen. Por eso, si tienes antecedentes familiares, síntomas urinarios leves o factores de riesgo, es recomendable realizar una evaluación preventiva.
¿Qué pasa si no trato una piedra en el riñón?
Un cálculo no tratado puede obstruir la vía urinaria, causar infecciones repetidas, hematuria, daño renal progresivo o incluso derivar en insuficiencia renal en casos graves. Es fundamental tratar a tiempo para evitar complicaciones.
¿Tienes síntomas o antecedentes de litiasis renal? Agenda una consulta con la Dra. Elizabeth Villanueva y recibe una evaluación integral, un diagnóstico preciso y un plan personalizado para tu caso. Prevenir complicaciones es posible cuando se actúa a tiempo.