La hemodiálisis es un procedimiento médico que actúa como un “riñón artificial”. Mientras la sangre circula por una máquina especial, un filtro (dializador) elimina toxinas, exceso de agua y productos de desecho que el riñón enfermo ya no puede remover. Después de filtrarla, la sangre “limpia” regresa a tu organismo.
En la práctica, la hemodiálisis se vuelve necesaria cuando la enfermedad renal crónica llega a etapa 5 (insuficiencia renal avanzada) o cuando surge una insuficiencia renal aguda grave que pone en riesgo la vida. También puede emplearse de forma temporal mientras el paciente aguarda un trasplante de riñón.
Lo que se busca, por encima de todo, es proteger al cuerpo de la acumulación de sustancias que podrían causar náuseas intensas, pérdida de apetito, fatiga, hinchazón, desequilibrios de potasio peligrosos o incluso confusión y convulsiones.
¿Cuándo recomienda el nefrólogo comenzar diálisis?
No existe una cifra “mágica” única, pero la mayoría de los pacientes pasan a hemodiálisis cuando el filtrado glomerular (TFG) se acerca o cae por debajo de 10–15 ml/min y, además, ya presentan síntomas o complicaciones (retención de líquidos, potasio alto, acidosis metabólica, hipertensión sin control). Cada caso se valora individualmente, pues algunos pacientes toleran niveles bajos de filtrado mejor que otros.
Es normal sentir temor o resistencia a iniciar la diálisis. Aun así, comenzar en el momento oportuno suele traducirse en más energía, mejor apetito y menos hospitalizaciones. El objetivo nunca es “conectarte a una máquina” sin más; el objetivo es ganar años de vida con buena calidad.
¿Cómo se realiza técnicamente la hemodiálisis?
Para poder extraer y devolver la sangre con seguridad se necesita un acceso vascular. El acceso ideal es una fístula arteriovenosa, realizada con cirugía menor y que, una vez madura, permite flujos sanguíneos altos y estables. Cuando no se dispone de tiempo para crearla, se coloca un catéter venoso temporal en cuello o clavícula.
Durante cada sesión:
- Te sientas o acuestas cómodamente.
- El personal punciona la fístula (o conecta el catéter) y la sangre circula hacia el dializador.
- El proceso dura entre 3 y 4 horas y se repite, en la mayoría de los casos, tres veces por semana.
La máquina controla constantemente la presión y el volumen de sangre, mientras el dializador separa moléculas tóxicas y líquido excedente usando un líquido de diálisis especial. Terminado el tiempo prescrito, se retiran las agujas, se aplican apósitos y se verifica tu presión arterial antes de irte a casa.
Beneficios tangibles de la hemodiálisis
Más allá de “alargar la vida”, los pacientes suelen notar cambios concretos apenas en las primeras semanas:
- Disminuye la hinchazón de piernas, tobillos y rostro, porque se extrae el líquido que el riñón no podía eliminar.
- Mejora el apetito y desaparece el sabor metálico en la boca al reducir la urea y otras toxinas.
- Aumenta la energía: muchos pacientes vuelven a caminar distancias cortas sin fatiga y retoman actividades laborales o académicas.
Estas ganancias cotidianas justifican ampliamente el esfuerzo logístico de las sesiones, y se acompañan de mejor control de la presión arterial y del potasio en sangre.
Efectos secundarios que pueden presentarse
El procedimiento es seguro, pero no está exento de molestias. Algunas personas experimentan calambres musculares o descensos de presión arterial al retirar líquido muy rápido. Otras se sienten cansadas el resto del día. Estos efectos, por lo general, se controlan ajustando la velocidad de ultrafiltración, la temperatura del baño de diálisis o la dosis de medicación antihipertensiva que tomas antes de la sesión.
Conversar abiertamente con el equipo de enfermería sobre cualquier síntoma permite afinar el tratamiento hasta que encuentres tu “ritmo” óptimo de diálisis.

Estilo de vida: lo que cambia y lo que no
Adoptar la hemodiálisis implica ajustar horarios y asumir ciertas responsabilidades de autocuidado. Sin embargo, no significa renunciar a tu vida personal o profesional. Con organización, muchos pacientes trabajan, estudian y mantienen actividades sociales. La clave es conocerte, planificar y respetar tres pilares:
- Control del líquido: beber la cantidad sugerida (usualmente entre 1 L y 1.5 L al día, dependiendo de la orina residual) previene calambres y subidas de presión durante la sesión.
- Alimentación adaptada: una dieta con poca sal, fósforo y potasio, pero suficiente proteína de alto valor biológico, preserva la musculatura y evita complicaciones.
- Cuidado del acceso vascular: revisar la fístula cada día (palpar el “thrill”), protegerla de golpes y nunca tomar presión o extraer sangre en ese brazo.
Mantenerte activo físicamente, aunque sea caminar 20 min diarios, dormir bien la noche antes de la sesión y llevar algo que te entretenga (libro, música, auriculares) puede hacer que las horas de diálisis pasen más rápido y con menos fatiga.
Hemodiálisis versus diálisis peritoneal: ¿qué opción es mejor?
No existe un “mejor” universal; las dos modalidades son equivalentes en resultados a largo plazo. La hemodiálisis se hace en un centro, con personal especializado y un horario fijo; la diálisis peritoneal se realiza en casa, utilizando el peritoneo como filtro y ofrece más flexibilidad diaria, pero requiere capacitación y gran disciplina de asepsia.
Elegir depende de tu condición médica, la disponibilidad de un lugar adecuado en casa y tu estilo de vida. Muchos pacientes combinan ambas opciones a lo largo de su enfermedad renal.
Preguntas frecuentes que escucho en consulta
¿La hemodiálisis duele?
Salvo la punción de la fístula, el procedimiento no debería doler. Si sientes molestias, puede ser por presión arterial baja; avisa inmediatamente al personal.
¿Qué puedo sentir durante la primera sesión?
Es normal notar frío al contacto con la sangre en la máquina y cierto cansancio al final. El equipo ajusta tiempo y velocidad para que tu cuerpo se adapte de forma gradual.
¿Qué ocurre si baja mi presión durante la diálisis?
La máquina alerta al personal y se puede reducir la ultrafiltración o administrar líquidos por vena hasta estabilizarte.
¿Podré viajar?
Sí. Existen centros de diálisis en casi cualquier ciudad. Solo necesitas reservar con semanas de antelación para garantizar tu lugar y coordinar la información clínica.
¿Cómo evitar calambres musculares?
Controlando la velocidad de extracción de líquidos, manteniendo buena hidratación los días previos y consumiendo el potasio recomendado.
¿Cuánto tiempo tardaré en recuperarme tras la sesión?
La mayoría de los pacientes se sienten con energía al día siguiente, aunque puede haber somnolencia o debilidad leves que mejoran con descanso.
¿Todavía puedo recibir un trasplante?
La diálisis no impide el trasplante; al contrario, mantiene tu cuerpo en condiciones óptimas mientras llega el riñón nuevo.
Conclusión: la hemodiálisis como puente hacia mejores días
Aceptar la necesidad de hemodiálisis marca un antes y un después, pero no es el final de tus planes. Con el acompañamiento correcto, el procedimiento te devuelve la estabilidad metabólica y la energía para continuar con tus proyectos personales y profesionales. Recuerda que nunca estás solo: un equipo multidisciplinario, nefrólogo, nutricionista, enfermero, trabajador social y psicólogo, te apoya para que tu adaptación sea lo más rápida y cómoda posible. ¡Haz tu cita!
Hemodiálisis en Santo Domingo con la Dra. Elizabeth Villanueva
La Dra. Villanueva gestiona tu tratamiento en dos etapas complementarias. Primero, si es tu inicio en diálisis o atraviesas un momento delicado, las sesiones se realizan dentro del hospital para garantizar máxima seguridad. Después, cuando el plan está estable, te ubica en la unidad satélite más cercana a tu domicilio, Villa Mella, Gascue, Los Prados, El Almirante, Haina, San Cristóbal, Santo Domingo Oeste o Los Alcarrizos, donde te dializas tres veces por semana. Ella misma supervisa tu evolución y te cita al consultorio cada uno o dos meses (según tu condición) para ajustar medicación y asegurarse de que mantengas la mejor calidad de vida posible.
La información de esta página no sustituye la valoración médica individual. Si tu nefrólogo ya indicó hemodiálisis o sospechas que podrías necesitarla, agenda una cita para una evaluación personalizada.