Cuando una persona con enfermedad renal crónica desarrolla cálculos en los riñones, el escenario clínico cambia por completo. Lo que podría ser un episodio manejable en alguien sano, puede convertirse en una amenaza real para la función renal en pacientes con filtración ya disminuida. Esta combinación, cálculo más riñón debilitado, exige un abordaje más cuidadoso, más estratégico y, sobre todo, más personalizado.
En este artículo exploramos por qué los cálculos renales son especialmente delicados en personas con enfermedad renal crónica, qué riesgos adicionales pueden presentarse y cómo se ajustan los tratamientos y las medidas preventivas en este contexto. La meta es ofrecer claridad clínica tanto para quienes ya conviven con la ERC como para los profesionales y cuidadores que los acompañan en su tratamiento.
Relación entre litiasis renal y enfermedad renal crónica
La relación entre litiasis renal y enfermedad renal crónica es doble y, en muchos casos, se refuerza con el tiempo. Por un lado, tener cálculos renales recurrentes o complicados puede provocar daño progresivo a los riñones, especialmente si se asocian a infecciones, obstrucciones prolongadas o tratamientos tardíos. Por otro lado, las personas con función renal disminuida son más vulnerables a complicaciones cuando desarrollan una piedra, incluso si esta no es muy grande.
Además, ambas condiciones comparten factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión arterial y la obesidad. Estos elementos pueden favorecer tanto la formación de cálculos como el deterioro progresivo de la función renal. Por eso, cuando coinciden en un mismo paciente, requieren un abordaje mucho más preciso y cuidadoso. La detección temprana y el control de estas condiciones puede marcar la diferencia en la evolución a largo plazo.
Riesgos adicionales de un cálculo renal en riñones con función reducida
Cuando una persona con ERC desarrolla un cálculo renal, el margen de maniobra es mucho más estrecho. Incluso una piedra pequeña puede causar problemas importantes si no se maneja a tiempo y adecuadamente. Esto es así porque los pacientes con enfermedad renal crónica tienen menor reserva funcional en sus riñones y, además, enfrentan un riesgo más alto de complicaciones asociadas a la litiasis. Estas pueden surgir de forma rápida y, en ocasiones, silenciosa, lo que hace que la vigilancia sea aún más importante.
Entre las complicaciones más frecuentes se encuentran:
- Obstrucción urinaria prolongada, que puede acelerar el deterioro renal.
- Infecciones urinarias de difícil manejo, que pueden derivar en sepsis.
- Hipertensión secundaria, desencadenada por daño obstructivo o inflamación renal.
- Pérdida súbita de función renal, especialmente en etapas avanzadas de la ERC.
- Necesidad de diálisis temporal o permanente, si el riñón no logra recuperarse.
La aparición de cualquiera de estas situaciones debe considerarse una urgencia médica. Un enfoque temprano y coordinado entre nefrología y urología es esencial para evitar que estas complicaciones avancen hacia escenarios irreversibles.
Obstrucción y daño renal agudo sobre crónico
La obstrucción de la vía urinaria por un cálculo puede desencadenar un episodio de lesión renal aguda. En pacientes con función renal reducida, esta situación puede precipitar una caída rápida de la filtración glomerular, y en algunos casos, llevar a la necesidad de diálisis temporal o definitiva. A diferencia de una persona con riñones sanos, donde el riñón opuesto puede compensar, en pacientes con ERC este “colchón de reserva” no siempre existe.
El riesgo de pasar de una ERC moderada a una etapa avanzada aumenta cuando la obstrucción no se alivia rápidamente. Por eso, la vigilancia y respuesta oportuna ante síntomas como dolor persistente, disminución del volumen urinario o fiebre es fundamental.
Infecciones urinarias y sepsis
Los cálculos también pueden favorecer la acumulación de orina y el crecimiento de bacterias, generando infecciones recurrentes. En pacientes con ERC, estas infecciones, como la pielonefritis o la pionefrosis, pueden ser especialmente peligrosas. El sistema inmunológico puede estar debilitado, y la capacidad de los riñones para manejar la inflamación es limitada. Además, el uso de antibióticos debe ser cuidadoso, ya que algunos fármacos pueden ser tóxicos para los riñones o requerir ajuste de dosis. Un episodio infeccioso mal tratado puede evolucionar a sepsis, una complicación potencialmente mortal, por lo que la prevención y el seguimiento son claves.
Dificultades con pruebas diagnósticas
La evaluación de cálculos muchas veces requiere estudios de imagen, como la tomografía computarizada con contraste. Sin embargo, en personas con ERC, el uso de medios de contraste iodado puede empeorar la función renal. En estos casos, se opta por ecografías, resonancias o tomografías sin contraste, aunque con algunas limitaciones diagnósticas.
El acceso a estas alternativas y su correcta interpretación requiere experiencia clínica. Por eso, es importante que el equipo tratante tenga en cuenta la condición renal antes de solicitar o aplicar ciertos estudios.

Adaptación de los tratamientos de litiasis en pacientes con ERC
El tratamiento de un cálculo renal en pacientes con ERC debe adaptarse a la situación clínica específica. Lo que en otra persona sería un manejo estándar, en estos casos puede requerir ajustes importantes para proteger la función renal remanente.
Hidratación bajo supervisión
Una de las recomendaciones clásicas para ayudar a eliminar cálculos pequeños es aumentar la ingesta de líquidos. Sin embargo, en pacientes con ERC avanzada —especialmente si hay insuficiencia cardíaca asociada— esta estrategia puede ser peligrosa. La sobrecarga de volumen puede desencadenar edema pulmonar o hipertensión descontrolada.
Por eso, la hidratación debe ser cuidadosamente indicada por el nefrólogo. En algunos casos se permitirá un volumen moderado de líquidos, mientras que en otros se limitará estrictamente según la función renal y el estado clínico del paciente.
Medicación (alivio del cólico) ajustada
El dolor del cólico renal suele manejarse con antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). No obstante, estos medicamentos pueden reducir la perfusión renal y empeorar la función en pacientes con ERC. En este contexto, se prefiere el uso controlado de paracetamol o, si el dolor es intenso, opioides suaves ajustados al peso y al grado de filtración.
El uso de AINEs puede estar contraindicado en etapas avanzadas de la ERC. Si se consideran necesarios, deben emplearse por tiempos cortos, en dosis mínimas y con monitoreo estrecho de la función renal.
Procedimientos urológicos en pacientes con función renal disminuida
En casos donde la piedra no puede ser expulsada espontáneamente, es necesario recurrir a procedimientos especializados. Opciones como la litotricia extracorpórea por ondas de choque, la ureteroscopia o la nefrolitotomía percutánea son válidas, pero requieren evaluación conjunta entre urólogo y nefrólogo.
La litotricia, por ejemplo, puede no ser recomendable en pacientes con alteraciones de la coagulación o en aquellos con infecciones activas. En la ERC terminal, si el cálculo es asintomático, a veces se opta por no intervenir, priorizando la calidad de vida. Cada decisión debe basarse en un análisis individual del riesgo y el beneficio.
Prevención de nuevos cálculos en pacientes con enfermedad renal
Prevenir nuevos cálculos es parte esencial del tratamiento en pacientes con ERC. La clave está en adaptar las recomendaciones clásicas a las particularidades de cada paciente, considerando sus restricciones dietéticas, comorbilidades y evolución clínica. Aunque muchas pautas coinciden con las recomendaciones generales, su aplicación en este grupo requiere un enfoque más estratégico y personalizado.
Algunas medidas preventivas útiles incluyen:
- Limitar la ingesta de sodio, ya que favorece tanto la formación de cálculos como la progresión de la ERC.
- Evitar bebidas azucaradas y refrescos de cola, que pueden aumentar el riesgo de litiasis.
- Reducir el consumo de proteínas animales, especialmente en fases avanzadas de la enfermedad.
- Evitar suplementos sin indicación médica, sobre todo de calcio o vitamina D.
- Realizar controles periódicos con orina de 24 horas y estudios de laboratorio, para ajustar las recomendaciones con base en los resultados.
Estas acciones, sumadas al control estricto de enfermedades como la diabetes y la hipertensión, forman una base sólida para prevenir tanto la formación de nuevos cálculos como el avance de la enfermedad renal. Mantener una dieta moderada en oxalatos, azúcares simples y sodio puede ser especialmente útil, y muchas veces coincide con las pautas nutricionales que ya siguen estos pacientes.
Por último, el seguimiento estrecho por parte del nefrólogo permite adaptar las estrategias según la evolución clínica. Detectar recurrencias de forma temprana es clave para intervenir a tiempo y conservar al máximo la función renal disponible.
Preguntas frecuentes sobre litiasis en la ERC
¿Tener cálculos renales puede causar insuficiencia renal crónica?
Un solo episodio de cálculo no suele causar insuficiencia renal permanente. Sin embargo, cálculos recurrentes o complicados, que causan infecciones o bloqueos prolongados, sí pueden contribuir al deterioro progresivo de los riñones. La nefropatía obstructiva es una de las causas reconocidas de ERC.
Si ya estoy en diálisis, ¿importa tener cálculos en los riñones?
Sí, aunque la función renal ya esté reemplazada. Los cálculos pueden causar dolor, infecciones o sangrado. A veces se decide no tratarlos si no generan síntomas, pero si causan molestias, se consideran procedimientos paliativos para mejorar la calidad de vida.
¿Qué tratamiento de las piedras es mejor si tengo enfermedad renal crónica?
Depende del tipo, tamaño y localización del cálculo. Se suele preferir un tratamiento conservador siempre que sea posible. Si se requiere intervención, se elige el método menos agresivo y que implique menor riesgo de deterioro renal.
¿Los pacientes con ERC forman cálculos diferentes?
Algunos sí. Por ejemplo, quienes tienen acidosis tubular renal tienden a formar cálculos de fosfato cálcico. Otros con enfermedad renal poliquística forman cálculos de ácido úrico con más frecuencia. También influye la dieta y los medicamentos utilizados.
Conclusión
La coexistencia de litiasis renal y enfermedad renal crónica representa un desafío terapéutico que requiere precisión, equilibrio y colaboración entre especialidades. La clave no está solo en resolver el episodio agudo, sino en prevenir recurrencias, conservar la función renal restante y evitar intervenciones que puedan comprometer aún más el sistema urinario.
A través del seguimiento médico constante, una estrategia adaptada y el control riguroso de los factores de riesgo, es posible mejorar el pronóstico de estos pacientes y reducir significativamente las complicaciones. Si este artículo te ayudó a comprender mejor esta interacción, te invitamos a explorar el resto de la serie, donde abordamos temas como prevención, casos especiales y el impacto de la dieta y la suplementación en la formación de cálculos.
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